CUENTOS DE TÍO CONEJO -TRADICIÓN ORAL PATIANA- AUTOR: BERNARDO ALEXANDER IBARRA PÉREZ
Agradecemos la colaboración del autor: BERNARDO ALEXANDER IBARRA PÉREZ
CUENTOS
DE TÍO CONEJO
TRADICIÓN
ORAL PATIANA
BERNARDO
ALEXANDER IBARRA PÉREZ
Todos
los derechos reservados
TÍO LOBO, CULIQUEMAO POR BOBO
Este es uno de los muchos cuentos que puedes leer en
el libro “Cuentos de Tío Conejo. Tradición Oral Patiana”, sé que será de tu
agrado.
Se cuenta que mucho tiempo atrás, los animales que
conocemos podían hablar. Uno de esos animales es Tío Conejo. Pero Tío Conejo
debido a sus fechorías no era del aprecio de muchos animales, pues siempre les
hacía pasar malos momentos.
Huyendo de Tío Tigre, se internó en la selva. Luego de
recorrer varios parajes, encontró un sitio que le llamó la atención, ese sitio
era el ideal pues tenía un maizal y un viñedo.
-¡Qué uvas más grandes y sabrosas!-, era lo único que
decía cuando las comía. El dueño del
viñedo no sabía ni imaginaba siquiera qué animal podría estar comiéndose sus
grandes y sabrosas uvas. Decidió idear
una trampa. Para ello construyó un
muñeco de cera al que cubrió de brea y le colocó en una de sus manos una panela
y en la otra un queso, luego lo ubicó en el centro del viñedo.
Al rato llegó Tío Conejo y, como era de esperarse,
observó al extraño y le preguntó:
-Negro, ¿eso que tiene usted en la mano no es un
queso…? ¿Por qué no me da un pedazo…?-.
Tío Conejo no recibió respuesta alguna.
-Negro, ¿acaso no me oíste que me des un pedazo de
queso?-, ordenó.
Mas el extraño no respondió. Tío Conejo se impacientaba.
-Ah, no querés hablar.
Vamos a ver quién puede más-.
Seguidamente Tío Conejo estiró su mano tratando de
conseguir el pedazo de queso, pero cuál fue su sorpresa cuando su mano quedó
adherida al cuerpo del extraño y, por más que intentaba, no podía zafarse de él.
Sorprendido, Tío Conejo aseguró:
-Vea, señor, si usted no me suelta, le doy una trompada y le quito la panela-.
Como no recibió respuesta Tío Conejo lanzó su mejor
golpe a la cara del extraño, pero nuevamente su otra mano quedó pegada al
cuerpo del misterioso ser.
-Vea, señor, suélteme; que si no lo hace le pego una
patada-.
Tío Conejo tiró un puntapié al extraño, pero
nuevamente quedó pegado. Así, entre
amenazas y golpes, Tío Conejo terminó completamente adherido al muñeco. Estaba agotado, pues por más esfuerzos que hacía
por liberarse de su situación, no lo conseguía.
Perdidas las esperanzas de libertad, se tranquilizó. De pronto apareció ante sus ojos la figura
del hambriento Tío Lobo. Estaba salvado…
-¡Tío Lobo!-, gritó Tío Conejo, -¡ayúdeme!-, suplicó.
-Tío Conejo, ¿qué hace ahí?-, preguntó Tío Lobo visiblemente
confundido.
-Si le contara, Tío Lobo… Vea, este señor me tiene aquí porque yo no
quiero casarme con su hija.
-¿Cierto, Tío Conejo?-.
-De verdad, Tío Lobo; y es tan así, que esta comida me
da si me caso-.
Tío Lobo observó la panela y el queso, y quiso saber:
-Pero Tío Conejo, explíqueme algo… Si a usted la dan mujer y comida, ¿por qué no
se casa?-.
-Es que yo obligao no me caso, así me den toda la
comida del mundo-, respondió Tío Conejo. -Y, además, una persona tan pequeña como soy, ¿para
qué casarme? Eso es para alguien como usted,
Tío Lobo-, afirmó.
-¿Como yo?-, intervino Tío Lobo.
-Tío Lobo-, Tío Conejo se apresuró, -¿por qué no me
libera y toma mi lugar? Así se casa con la hija de este buen señor…-.
-Pues, viéndolo bien, es una muy buena idea-, contestó
Tío Lobo. -Si me caso, tendré quién me
sirva y así ya no voy a tener que salir a cazar-.
Tío Lobo liberó a Tío Conejo y tomó su lugar. De seguro su vida cambiaría desde ese
momento.
De pronto se oyeron pasos. Tío Conejo dijo:
-Le agradezco, Tío Lobo. Usted no se va a arrepentir de su
matrimonio. Esos pasos que usted oye han
de ser de los que vienen por mí, y como yo no quiero casarme, mejor me voy-.
Así Tío Conejo huyó del lugar, se ubicó a prudente distancia
y observó a Tío Lobo que en voz alta decía:
-Por fin voy a tener qué comer día a día sin tener que
salir a cazar; tendré quién me sirva y, por qué no, hasta finca me dará el
padre de mi esposa…-.
Su alegre voz se vio interrumpida por la presencia de
la madre de su futura esposa, que como cosa extraña traía una barra de hierro
al rojo vivo.
-¿Y eso qué será?-, se preguntó asustado Tío Lobo.
-Ah, conque vos sos el animal que se ha estado
comiendo mis uvas. Ahora vas a pagar
todo lo que te has comido-. Su suegra se
ubicó detrás de él.
Tío Lobo no sabía qué pasaba, ni se lo imaginaba. Quiso liberarse, pero pese a todos los esfuerzos que realizó, no le fue
posible. De pronto sintió que algo le
entraba quemándole las entrañas.
-¡Auuuuuu, auuuuuu, auuuuuu!-, aullaba el pobre Tío
Lobo ante la inclemencia del castigo.
Cuando el castigo terminó, Tío Lobo yacía junto al
muñeco de brea en condiciones deplorables.
Estaba casi muerto, sólo escuchaba la voz de Tío Conejo que, riendo y
desde una colina cercana, le gritaba.
-¡Al agua Tío Lobo, culiquemao por bobo!, culiquemao
por bobo.
HOY POR HOY SE ESCUCHAN MUCHAS HISTORIAS ACERCA DE LOS
INTENTOS DE LOS ANIMALES –ESPECIALMENTE DE TÍO TIGRE- POR ATRAPAR A TÍO CONEJO.
EN UNA DE ELLAS, TÍO CONEJO ES ATRAPADO,
PERO PARA HABLAR DE ELLAS HABRÁ OTRA OPORTUNIDAD.
Bernardo
Alexander Ibarra Pérez
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Me pareció muy chévere y interesante, me gustó mucho
ResponderBorrarMuy buena trama
ResponderBorrarLa historia de Tío Conejo y Tío Lobo nos recuerda que las acciones de nosotros tienen consecuencias y que la honestidad y la responsabilidad son esenciales para evitar problemas, la astucia y la manipulación pueden llevarnos a resultados negativos, mientras que la sinceridad y la integridad son valores esenciales para la vida de cada uno.
ResponderBorrarLa fábula del Tío Conejo y el Tío Lobo es un recordatorio de que nuestras acciones, por más pequeñas que parezcan, tienen repercusiones. La astucia del conejo, aunque a corto plazo le permita salir victorioso, siembra las semillas de la desconfianza y el conflicto. Por otro lado, la honestidad y la transparencia, aunque puedan resultar difíciles en algunos momentos, son la base para construir relaciones sólidas y duraderas.
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